jueves, 25 de junio de 2009

[ Delincuencia ]


Camino a clases, sentada como nunca en este triste experimento llamado Transantiago, observaba a la gente y sus predecibles caras largas. De fondo, la banda sonora de mi vida mientras las calles desfilaban delante de mis ojos.
Bastó un segundo para que todo quedara suspendido en el aire; delante mío, el hombre que había abordado la micro apelando a la bondad de los pasajeros, pidiendo dinero para sustentar a su familia, para abandonar la adicción, para trabajar dignamente, para costear la grave enfermedad de algún hermano, o cuánta cosa haya inventado, decidió arrebatarle en un par de segundos el celular a un niño que no pasaba de tener los diecisiete años. Nadie más que una señora de edad avanzada se metió en la trifulca colaborando con sus gritos, y yo, mirando atónita la situación no lograba articular palabra alguna.
Relatar el final de la historia no tiene caso, siempre ganan los malos en la vida real. ¡Y sí que ganan!. Ganaron de mi persona el miedo e inseguridad que me provoca el avanzar cada paso en la jungla que está ahí afuera, y peor aún, ganaron el terrible hecho de que llegara a la conclusión de que no se puede caminar ni detener tranquilo en la calle, porque puedes ser víctima de algún lanzaso; no puedes ir en la micro o en el metro porque te das vuelta y eres víctima de un robo; no puedes ocultarte en tu institución académica porque ya comenzaron a introducirse como ratas; y finalmente, quieres refugiarte en tu hogar, pero su seguridad ya fue corrompida.

Qué triste ¿no?.

1 comentario:

Saruki dijo...

Wuou, es que ahora ni siquiera te salvas teniendo ojos en las espaldas.

Acá tampoco se puede caminar tranquila.. y es heavy andar encubierta en lugares que antes era normal pasearse.

Espero que estes bien y cuidate mucho eh..!! =)