miércoles, 18 de julio de 2007

[ Miedo ]

Tranquilidad, ¡huye!. Intenta acelerar el paso al compás del viento, por ningún motivo voltees la mirada pues así atolondrarás tu camino. ¡Sigue veloz porque el miedo te alcanza!. Intenta perderte de su mirada penetrante, de aquella que clava sus ojos y desgarra tu alma; piérdete de sus brazos, aquellos que te quieren entrelazar y asfixiar fuertemente.
No, no cedas ante él, no sucumbas bajo sus trucos porque estos te atormentarán sin compasión; oirás que gime despiadadamente en tus oídos, no podrás taparlos para silenciarlo tan solo un momento, y mientras más hundas tus dedos en ellos, más grande será la desesperación.

Si calla en algún instante, será para murmurar lo que hiciste, lo que haces y lo que harás; te hablará de tus errores y engendrará solo angustia en tus entrañas; sudarás hasta empapar cada una de las partes que componen tu cuerpo y tus piernas comenzarán a temblar.

Si él desea soltarte de sus brazos ya de nada servirá, porque no detendrá sus murmullos hasta que caigas sobre tus rodillas implorando salvación. Tus cabellos arrancarás en medio del sudor i la desesperación que te dominan, y preferirías que ese dolor físico aplacara tu angustia, que captara toda tu atención, pero no, ¡es imposible!.

Ya escasas fuerzas te quedarán y sentirás como tu cuerpo tiembla y se agita hasta clavar tu corazón, ese que sientas explotar y que no deja que tu pecho descanze. Preferirás abrir con tus propias manos tu cuerpo y arranar el explosivo corazón; enterrar tus uñas hasta conseguir rasgar cada fibra bañándote en un líquido biscoso, romper cordones y tomar aquel aparato que posee vida propia para reventarlo entre tus dos manos.

Pronto él dejará de susurrar, tomará distancia y con deleite se convertirá en el espectador de la escena final; solo se oirá el silencio sepulcral y lentamente tu respiraición comenzara a cesar.

Lento, cada vez más lento, casi ni se oirá; nada más que un mareo bastará para que bajes la mirada y te desplomes.

Ahí acabará todo...

Por eso, tranquilidad huye, corre, ocúltate; tan oculta que no pueda sentirte. Pero cuidado, mantente siempre alerta porque de cualquier modo estará buscándote.

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