martes, 18 de agosto de 2009

[ Después de las 00:00 ]












Caída la noche apago la luz, ya no quedan vestigios de partículas luminosas. Reposo la cabeza en la almohada y comienza el film; planifico, medito, me arrepiento; susurros del tiempo pesado como el plomo. Es la instancia clave para los remordimientos.
Tengo sueño, estoy exhausta, y parece que estoy más despierta que nunca.
Paso una navaja por mi cabeza, así como el barbero a la espuma, intento raspar los ecos del pensamiento (me recuerda a Dalí).
¡Debe haber alguna manera!.
Me pregunto dónde está el botón de off para desconectar este artefacto cuya mala costumbra es ponerse ingenioso cuando se descanza. Soy un animal noctámbulo y eso no favorece mis planes de madrugar.

Sugerencia: Darme con un bate en la cabeza.
Recomendación: Hacer mucha actividad física durante el día.
Necesidad: Que el día tenga más horas.
Solución lógica: Tomar algún sedante.
Realidad: Seguiré esperando a que el sueño me alcanze.

martes, 4 de agosto de 2009

[ Abstracto ]


Me pregunto cómo sería si sacara el televisor de mi pieza. Supongo que las ideas fluirían más, y los libros estimularían mi imaginación.

¡Quiero volar!. Sí, volar. ¿Acaso existirá alguna persona que no haya deseado volar?. Recuerdo que cuando pequeña imaginaba que me elevaba y recorría de Norte a Sur mi país, que podía contemplar todo desde el cielo; podía sentir el viento, podía respirarlo, podía acariciarlo con mis dedos. Era sin duda una sensación maravillosa, lo más parecido a la libertad, ¿no? Es curioso que las personas asocien siempre el vuelo con la libertad.
Esta vez quiero volar, pero no por el cielo, sino a través de mi mente adormecida; quiero poder construir paisajes y sensaciones que me hagan sentir grande e importante.
Pasan los días; entre estudios, amigos, familia, trabajo y tareas se nos va la vida, mi vida, la que yo quiero, la que yo sueño, la que tiene valor, la que yo escojo.

Creo que sacaré el televisor.